Solo en la noche [Libre]

Recuerdo del primer mensaje :

"La plaza de San Marcos está impresionante esta noche" pensé, sin poder evitar sonreir. Aunque era una suerte poder estar admirandola. Me había costado convencer a mi señor Aro para que me diera permiso de salida. Me senté en un lado de la fuente, donde podía oir fluir el agua. Era serena, y pacífica. Era una suerte vivir en un lugar así, aunque pocas veces podíamos salir del castillo. "¡¿Por que tendrá que ser tán soleada está Italia?!" pensé, algo fastidiado. Estar en el castillo se volvia monótono por momentos. Y además desde que los Cullen se habían mudado a Alaska, las misiones había disminuido notablemente. No pasaba nada interesante desde hacía un siglo o dos. Entonces note a alguien. "¿Quien sería?" pensé. Cerré los ojos para poder usar mi dón. Me concetré en mi dón, y reconocí quien era. Era ...

- Ajá. Sí. No he cambiado nada. Bravo. ¿Quieres un pin? -le dije, como alabando sus comentarios y ofreciéndole un premio; y puse los ojos en blanco. No era sólo ya el hecho de que a mi... a mi manera, le odiara. Simplemente, yo era así-. Aunque quizá creas que tu concepción de la realidad sea la correcta, y luego resulte ser al revés -apunté.

Sin quererlo, o mas bien sin saberlo, habíamos comenzado una guerra.No era la mejor manera de pasar una noche. Había un millón de cosas que hacer mas que hacer que seguir una pelea, y si no se calmaba la cosa iba a optar por irme. -Bueno, dejemolos hay -corté, intentando que la cosa no siguiera tan caldeada.

- Tú mismo -dije aún sin dejar atrás mis aires de orgullo. Aunque pasados un par de minutos, empecé a recapacitar en mis palabras. Demonios, siempre me pasa igual. Aunque ya no debería importarme ser una bocazas con él, ¿no? Es decir... Ahora voy a formar parte de la guardia enemiga a los Volturi... No debería sentirme culpable... ¿verdad?
Di un salto y me senté en el alféizar de una ventana.
- Yo también hubiera preferido seguir en la guardia -dije casi en un susurro, aunque sí lo suficientemente alto como para que él me oyera a lo lejos-. Pero ya sabes por qué no pude.

-Y, ¿cual es esa razón? -aún me tenía intigado. Hacía tanto que había pasado que casi ni me acordaba, ¿o era porque no quería acordarme? De todas maneras me respondería, y resolvería todas mis dudas. La verdad, no me imaginaba a Kimara en la guardia Rumana, y hablando Rumano ...

- No te hagas el tonto conmigo, ¿quieres? -le recriminé. ¿Acaso no se acordaba de por qué le odiaba tanto? ¿Era capaz de ser tan frívolo como para haberlo olvidado? ¿Se le habrán declarado más vampiresas últimamente y, por esa razón, se olvidó de lo que yo le dije tan rápidamente?-. Todo esto es ya suficientemente duro para mí como para que encima vengas burlándote -le dije muy seria.

-Hace tanto que pasó que uerdo, ni me acuerdo, además, tengo otras cosas en que pensar mas importantes que porque dejaste la guardia. -entonces, mientras decía eso, me acorde de lo que pasó. Se me declaro, diciendome que yo la gustaba, y yo la rechazé, aunque no se que había de malo en eso, no iba a fingir un amor que no era correspondido. -Ah, ya se que paso, pero, ¿por mi lo dejaste?

- Pero mira que eres egocéntrico -le respondí. ¿A quién podía engañar? Claro que fue por él. Pero no me iba a rebajar a decírselo así. Y si hubiera intentado mentirle no habría sonado convincente. Así que decidí simplemente, mediomentirle-. Por supuesto que no fue por ti. Sí es verdad que lo que... lo que me ocurrió con... contigo -dije elijiendo las palabras con cuidado- fue crucial para llevarme a dejar este lugar. Pero sólo fue una de mis razones. Sólo una -y la única. Claro que eso no lo dije en voz alta. Yo empecé a volverme incapaz de tan siquiera mirarle a la cara después de que me dijera que no. ¿Cómo entonces iba a seguir trabajando a su lado, codo con codo? Sería una cobarde, pero sabía que la única manera de poder vivir conmigo misma era estar lo más lejos posible de él, y darme tiempo. Siempre lo supe y lo sabía incluso ahora, incapaz de plantarme delante de él y mirarle a los ojos.

Una de sus muchas razones. ¿Qué razones? Y, ¿por qué me importaba tanto?¿ Por qué había perdido mi tenazidad de siempre? ¿Por qué? Todas esa pregutas se me arremolinaban en la cabeza, haciendo un inmenso bucle de ides, pensamientos y conclusiones precipitadas. -Vale, te preguntaría qué razones pero no me las vas a decir, ¿a qué no?. -dije, sarcastico, y luego añadí- asi que eso me lo salto.

- Chico listo -acepté. De todas formas, ¿qué le habría dicho si me hubiera preguntado? Por supuesto, no le habría dicho la verdad. Yo y mi orgullo, ya ves. Le habría respondido con una evasiva... y si me preguntaba adecuadamente, incluso ni habría sido convincente. Pero mira que soy patética. En fin-. Bien, sáltate ese paso. ¿Y cuál es el siguiente?

-Pues, seguramente el siguiente paso sea preguntarte cuanto te vas a quedar -comenté- si sigues mucho más, acabarán enterandose mis superiores, y eso no puede ser nada bueno. Además, creo que no debrías seguir mucho mas aquí, por seguridad.- me extrañó que me preocupara tanto por ella. En cierto modo no quería que acbara muerta, para mi seguia siendo una amiga

Arrugué una ceja extrañada.
- ¿Un Volturi preocupado por una... enemiga? -pregunté sorprendida-. Sospechoso -añadí, aunque interiormente me conmovió sobremanera que se preocupase por mí, aunque probablemente no de la manera que me gustaría que se preocupara.

-Piensa lo que quieras -añadí, casi automaticamente. mi subconsciente estaba mas activo que nunca. Era como si, una parte de mi ser quisiera decir una cosa totalmente difirente a lo que decia mi subconsciente. Raro, muy raro. Pero, no me preocupe demasiado, aunque debería haberlo hecho. -Y, para mi no eres una enemiga

- Demetri, empiezas a preocuparme -le dije, aunque no hablaba realmente en serio-. Primero dices que deberías matarme, luego que no soy una enemiga... Tienes unos cambios de humor preocupantes -y añadí un poco más divertida-. Deberías mirartelo, los problemas de bipolaridad suelen ir a peor.

-Si te digo la verdad, yo tampoco lo tengo demasiado claro. Primero te alistas en nuestra guardia, luego te vas, vas con los Rumanos, ¡me tienes hecho un lio! -me quejé, haciendo que sonara un poco divertido y aliviar la tensión acumulada, que empezaba a ser muy incomoda. Desde siempre había visto a Kimara como una amiga, y nunca me la imaginaria hablando Rumano

Me reí ante su comentario. Realmente, nunca me había parado a pensar en ello.
- Vaya... Pues tampoco había caído -respondí con franqueza y me encogí de hombros. Me hubiera gustado tener diferentes motivos que explicaran mis actos... pero no los había, y eso me molestaba. ¿Cómo podía ser que después de todo, mi corazón solo fuera suyo? Y sin embargo, así sigo. Dicen que el tiempo lo cura todo, pero para mí que ya está tardando-. Supongo que... los tiempos cambian -dije finalmente, como si eso lo explicara todo.

¿Qué los tiempos cambian? ¿Qué clase de respuesta es esa? Notaba como si ya no hubiera tanta presión, como si todo se hubiera relajado un poco, aunque todavia notaba la hostilidad reinante. No podíamos ser amigos, o por lo menos ella no podía ser amiga mia. Y, seguia sin entenderlo, porque, yo no hice nada, excepto lo que hice, pero era natural, no me gustaba

Suspiré amargamente ante su silencio. Siendo él, seguro que no le convencía mi respuesta, aunque esperé que no insistiera más en el tema.
Me quedé observando las luces de las farolas de la calle, pensativa. Cuánto dolor me traían los recuerdos que me traían estas calles. Por esta en concreto no llevé a cabo muchas inspecciones, aunque como toda la ciudad, sí estaba dentro de mi rutina. Por aquel entonces era tan ingenua... Y feliz. Incluso me dio la impresión de que él también sentía lo mismo por mí. Pero supongo que, de la vida, a palos se aprende... ¿no? Desde luego, jamás volvería a cometer el mismo error que supuso para mí el permitirme el desliz de enamorarme de él.

Un silencio nos invadió. Habría dado lo que fuera por saber lo que estaba pensando, resolveria todas mis dudas, sabiendo que fué lo que pasó de verdad. Ahora que lo miraba desde otra perspectiva, la debía haber hecho daño. Aunque, mirandolo desde la otra no me gustaba y ya está. Me parecía un ser despreciable y a la vez racional

Aquella situación empezó a volverse incómoda, al menos para mí. Me di cuenta de lo realmente importante que resultaba el silencio. Tabú. No solía tenerle miedo a nada, pero cuando se trata de hablar de realidades incómodas, soy otra. Otra muy distinta.
- ¿Os ha ido bien a la guardia últimamente? -fue lo único que se me ocurrió decirle para volver a oírle hablar. Era penoso, pero me gustaba la sensación de oírle hablar. Volterra me traía recuerdos, pero casi nada con la de recuerdos que él me traía de aquellos años.

-Si todo normal -nada importante, era casi monótono, y ella había jodido mi misión, asi que menos todavia. -Bueno, ya que tu has preguntado, ¿qué tal tú? -dije, aunque no me importaba demasiado. Sabía, que ahora que era Rumana, no me contaría nada importante

¿Que qué tal estoy yo? Ah, mira, me he dedicado a vagar por el mundo buscando comida, como un animal, y mientras no cazaba me he dedicado a pensar en lo idiota que he sido por confesarte mis sentimientos, o por marcharme como una cobarde; o quizá la culpa de todo la tienes tú... por existir. Pero por lo demás, genial.
- Bien... Supongo -comenté sin mucho entusiasmo-. La vida de nómada da asco -añadí-, pero tampoco me quejo. La sensación de libertad es... indescriptible -aquello lo dije por adornarlo un poco, tampoco quería que sintiera lástima por mí. Aunque en parte era cierto: ser nómada implicaba no tener ataduras con nadie... ni con nada.