Solo en la noche [Libre]

"La plaza de San Marcos está impresionante esta noche" pensé, sin poder evitar sonreir. Aunque era una suerte poder estar admirandola. Me había costado convencer a mi señor Aro para que me diera permiso de salida. Me senté en un lado de la fuente, donde podía oir fluir el agua. Era serena, y pacífica. Era una suerte vivir en un lugar así, aunque pocas veces podíamos salir del castillo. "¡¿Por que tendrá que ser tán soleada está Italia?!" pensé, algo fastidiado. Estar en el castillo se volvia monótono por momentos. Y además desde que los Cullen se habían mudado a Alaska, las misiones había disminuido notablemente. No pasaba nada interesante desde hacía un siglo o dos. Entonces note a alguien. "¿Quien sería?" pensé. Cerré los ojos para poder usar mi dón. Me concetré en mi dón, y reconocí quien era. Era ...

Estás tentando a la suerte, Kimara Hollow, oí decir a mi conciencia. Pues sí, la verdad es que sí. Volver a Volterra en mis circunstancias era... temerario. Más que temerario, incluso. Pero yo nunca he sido de pensar bien las cosas antes de hacerlas...
Y aquí estoy de nuevo. Suspiré largamente. Esta ciudad me traía cientos de recuerdos. Fue aquí donde mi nueva vida comenzó. Donde desperté de mi inconsciencia para percatarme de que ni siquiera conocía mi nombre. De que ni siquiera recordaba quién era.
Aquí es donde empiezan mis recuerdos. Aquí es donde Kimara Hollow nació.
Pero de entre todos los recuerdos, él era el más doloroso, el único por el cual tuve que alejarme de todo lo que había reunido y considerado mío desde el principio. El vampiro que me convirtió.
Demetri.
Por esa razón estaba tentando a la suerte. Me prometí a mí misma que nunca más volvería a juntarme con los Vulturi. En cuanto la realeza rumana aceptara mi petición y entrase en su guardia, cualquier lazo que me relacionara aún con ellos se rompería. Y entonces me daría el gusto de matarlos a todos. Y le dejaría a él para el final.
Pero no serás capaz de matarlo, volví a oír a mi conciencia. Habrá que verlo, respondí mentalmente yo. Quizá aún no. Sólo necesitaba tiempo. E impregnarme del odio de los rumanos hacia los Vulturis. Sí, solo necesitaría eso.

En todo esto andaba divagando mientras saltaba de tejado en tejado por las casas de la ciudad italiana. La Luna parece ser la única testigo de mi presencia.
Pero no tardé en descubrir que me equivocaba.
Un olor. Su olor. Estaba aquí. Muy cerca. Y ya sabía que estaba aquí.
Te dije que estabas tentando a la suerte.
Sabía que mi intento sería en vano, pero no iba a quedarme ahí esperando a encontrarme con él. Todavía no tenía fuerzas para verle directamente a la cara. Así que sin pensármelo dos veces, eché a correr en dirección contraria a de donde él se encontraba, con una mínima esperanza para que no me alcanzara.

Alli había alguien mas. Oí pasos, en la noche, cosa que me xtrañaba. Se supone que estaba solo, ¿o no? Cerré los ojos, intentando concentrarme en mi dón. Entonces noté un rastro. Ese rastro era familiar, y además tenía un poco de mi esencia. Entonces caí. Era Kimara, la joven vampira que transformé. Rapidamente me coloqué detras de ella. No sabía cuales eran sus intenciones aquí, en Volterra¿Amiga, o enemiga? -¿Has perdido los poco modales que te quedaban, Kimara? -pregunté al aire, en un tono de voz mas o menos alto- ¿Ya no dices ni hola? Al fin y al cabo, deberias guardarme un poco de respeto, ya que fuí yo quien te salvé -mi tono de voz ahora era de resignación, o mas bien de colera, aunque contenida.

Me detuve al escuchar sus palabras. Estaba lejos, pero mi oído vampírico era lo suficientemente fino como para oírle.
Volví a suspirar, apreté los dientes y fruncí el ceño. Definitivamente, no tenía que haber venido. ¡Pero mira que soy estúpida!
- Hola -respondí también alto, sin más. En cuanto pudiera me marcharía de aquí.

Alcé una ceja. Me esperaba una respuesta un poco mas sarcástic, como "que te den" o "dejame en paz" pero simplemente se limitó a decir hola. Me había esperado mas de ella. Inspiré un poco de aire. -¿Que haces aqui? Sabes que tus posibilidades de salir de Italia con vida ahora son casi nulas, los Volturi no olvidamos nada, y tampoco damos segundas oportunidades.

- Ni te molestes en amenazarme, Demetri -le respondí-. Aro me ofrecerá volver a ser uno de vosotros antes de que se le pase siquiera por la cabeza la idea de sentenciarme -le aseguré. Aro nunca llegó a aceptar que les dejara, y varias veces volvió a ofrecerme la posibilidad de entrar de nuevo en la guardia. Pero siempre rechacé sus ofertas-. Además -añadí-, ni siquiera tiene motivos para matarme... aún.

-Solo era una ... advertencía -dije, en tono pícaro. Además, no tenía porque matarla Aro. No solo es el quien tiene el poder de hacerlo. -Y, dejame adivinar, si te lo pidiera, dirias que no, ¿verdad? -sabía sus intenciones, y volver a la guardia Volturi no era una de ellas. Desde el "incidente" me odiaba tanto a mi como al resto de Volturis. Aunque yo tenía la culpa de no amarla tanto como ella a mi.

- Vaya, ¿cómo lo has adivinado? -pregunté sarcásticamente-. Lo cierto es que sé de otra guardia que me ofrece mucho más de lo que Aro podría ofrecerme junto con los Vulturis... Ni le merecería la pena regatear.

Genial, mi "ex" se iba a unir a la guardia rumana. Pero, entonces, no podría llevar a cabo mi misión. Aro me encomendo ir alli e infitrarme en la guarida. Pero ella me reconocería. Asi que ... la misión se cancelaba. Eso significaba: mas tiempo aquí, mas tiempo con Renata ...

No me respondió a lo que le había dicho. ¿Le habría pillado de sorpresa...? Aunque no era para menos. Quién lo diría... la antigua miembro de la guardia Volturi... Junto a la guardia rumana. Parecía un chiste cruel.
Aunque todavía la realeza rumana ni siquiera me había concedido audiencia. Tendría que volver allí a resolverlo.
- ¿Algún plan chafado? -traté de adivinar. Ahora que los rumanos habían recuperado el poder, los Volturi tratarían de recuperarlo, costara lo que costase. Son tan predecibles...

-Bueno, ahora que vas a ser de la guardia Rumana, no puedo decirme mis planes, es mas, debería matarte ahora mismo. -dije algo sarcastico- aunque, no se, no te matare, de momento. -Odiaba a los rumanos. Les odiaba tanto, que la habría matado en ese mismo instante. Pero, no se, era como si algo me lo impidiera.

Desde luego que planeaban algo en contra de los rumanos. Cuando les hubiéramos reducido completamente, y tuviera a Aro delante de mis narices, le aconsejaría que en su próxima vida fuera un poco menos predecible.
Me eché a reír. Fue una risa extraña, sonaba a maldad y sarcasmo, y al mismo tiempo a algo que se rompe de dolor.
- ¿Matarme? -y seguí riéndome-. Lo reconozco, esa a sido buena.

-Yo suelo sorprender -me reí- ya deberias conocerme, por eso mimso vosotros jugais con ventaja, nos conoceis. -sorprendente, una de mis muchas personalidades. Y nos derrocaron gracias a eso, pero volveriamos a tener el control, solo necesitabamos tiempo

Me encogí de hombros.
- Mala suerte, supongo, y motivos de más para que os limitéis a quedaros donde estáis... En el segundo puesto -le sugerí, aunque sabía que no atenderían a razones, tratarían de volver a sus tronos y sus años de tiranía. Y lo más sorprendente era que no sentía un odio real hacia ellos. Me hubiera bastado con cumplir mi venganza por mi cuenta. Pero habría sido un suicidio.

-No vamos a discutir por quien se queda el trono ahora, no es momento ni lugar, pero solo me preguntó porque deseas tanto matarnos.-La verda, no comprendia que la había hecho tan mal para que nos quisiese matar, solo la había dicho que no la quería porque era la verdad, no iba a fingir un amor que no siento, sería una locura.

Arrugué un poco la cara.
- Eso... es asunto mío -zanjé con rapidez, hablar de mis sentimientos o de lo que pienso no es algo que se me dé especialmente bien, ni tampoco que me guste hacer. ¿No es curioso que mi don encima, sirva para indagar precisamente en los de los demás?

-Vale -dije, aunque en el fondo me moría por saber esa razón por la que, según ella, vamos a morir todos los Volturis. Aunque, no se lo iba a sacar, tal vez Aro, pero yo no. La noche estaba totalmente tranquila, normal de Italia. -Bueno, si nos odias tanto porque vuelves a donde empezó todo, porque según tú vamos a morir todos los Volturis, incluido yo.

Me enocgí de hombros mientras me apoyaba en una de las farolas. El metal debía estar frío a estas horas de la noche, pero mi piel de nomuerta era incapaz de detectar esa sensación.
- Todo hijo de vecino vuelve a casa -le respondí-. Mi vida empezó, de alguna manera, aquí, y de alguna manera esta ciudad tiene algo mío. O yo lo tengo de ella. Supongo que acabaré volviendo siempre, aunque ya no pertenezca a este lugar. No vuelvo por vosotros, si es lo que te piensas -me apresuré a aclararle-. A estas alturas poco me importáis.

-Gracias, supongo -dije, algo sorprendido por su explicación. Parece mentira que nos odiara tanto, despues de lo que nosotros hicimos por ella. Sobre todo yo, gaste mis energias en salvarla, para esto

- De nada... supongo -y aquello era algo que francamente me molestaba. Volterra siempre me gustaría como ciudad, pero no podría volver a venir tan tranquilamente, al menos hasta que los Volturi hubiesen sido definitivamente derrotados. Ahora que Demetri sabía que yo estaba de forma definitiva (o casi) en el bando contrario, estarían más pendientes de verme llegar... De verme llegar. Eso me había dado una idea respecto a mis noticias para Gianna.

Aqui había gato encerrado. Si tanto nos odiaba, si tanto quería verme pedir clemencía, porque no atacaba, porque mantenía una conversación con la persona que mas odiaba : Yo. Algo se estaba cociendo, algo contra nosotros. Y no podía saberlo. Tal vez si la llevaba ante Aro le lograría sacar lo que tinene en mente, pero por alguna razón no quería. Por alguna razón, aunque no sabía por cual, 'prefería que mis superiores no se enteraran de que había estado aquí, en Volterra. Por alguna razón ...

- Te noto muy callado, Demetri -comenté como quien no quiere la cosa; normalmente él solía ser más hablador. Normalmente, o por lo menos normalmente durante el tiempo que duró mi estancia en la guardia Volturi-. ¿Ya estás maquinando cómo librarte de mí? -intuí, lo cuál sería lo más probable. ¿Acaso no acababa de decir que debería matarme ahora mismo? Pero si realmente no había cambiado desde la última vez... sabía que no lo haría.

-Solo ... reservo palabras. No quería tenerte como enemiga, hubiera preferido que siguieras en la guardia Volturi, y que todo estuviera normal, pero ahora que te tengo como enemiga, las palabras son mucho mas valiosas que antes -no me agradaba la idea de luchar contra ella, en el momento de la verdad no habré sabido que hacer. Pero por suerte ese momento todavia no haía llegado.

- ¡Qué conmovedor! -exclamé, burlona y teatral-. No me digas esas cosas, Demetri, sabes ya lo sensible que soy... ¡y me echaría a llorar! -continué burlándome con mi humor sarcástico-. Me he emocionado -añadí. Luego volví a mi humor normal y solté un bufido diciendo:- Por favor...

-Tán sarcastica como siempre, listilla -comenté. Su humor era estupi ... peculiar.- Y, para que te enteres, digo la verdad, aunque como siempre tu concepción de la verdad es difirentea la de los demás -añadí, algo frustrado. Se volvía borde por momentos. Y estaba haciendo que la conversación resultase peor de lo que ya era